Métodos de composición musical (primera parte)

En este pequeño post, realizado en conjunto con Leandro C. Maccan, compositor de Solipsistema, intentamos plasmar nuestros métodos y técnicas de composición. Intentamos ser lo más objetivos posibles, pero entendemos que pueda existir una carga de subjetividad importante.


Preparar un setting

Es el espacio donde se desarrollarán las ideas. En este, deberán estar todas las herramientas necesarias para capturar las mismas, teniéndolas a mano o fácil acceso en todo momento y, preferiblemente, en una disposición fija. Una buena organización ayudará a que las ideas no sean olvidadas en el proceso entre pensarlas y plasmarlas (grabarlas o escribirlas en un secuenciador, partitura, etc.), al evitar perder tiempo en organizar objetos, y focalizarse explícitamente en la creatividad. Esta decisión técnica/logística se debe a que las ideas pueden venir a nuestras mentes en cualquier momento del día.


No es necesario que este setting sea muy sofisticado: lo importante es que su disponibilidad sea constante e ininterrumpida, sea accesible, práctico. Los lujos (instrumentos caros, etc.) no son importantes, y quedan sujetos a las necesidades de cada persona. Inclusive, el tener un instrumento caro, puede dar miedos a la hora de la experimentación tímbrica, el uso versátil, y la comodidad, generando bloqueos creativos.


Para tener una idea básica, algunos de nuestros settings son tan básicos como un micrófono multimedia de PC apuntando a un amplificador y/o instrumento económico con un software lo más parecido a un grabador de mano (inclusive la grabadora de voz de windows). En segunda instancia, utilizamos algún multipista simple. También es útil para esto utilizar el celular.



Ideas


Las ideas variarán dependiendo el instrumento en el que se ejecuten. Si ejecutamos en instrumentos que dominamos, probablemente tendamos a lo ya conocido, a cosas muy relacionadas a lo que el instrumento nos ofrezca como paleta sonora. Por ejemplo, si tocamos un instrumento en el que somos hábiles, dependeremos no solo de sus límites (digitaciones, tipo de afinación, entre otros); sino, además, de la memoria muscular y otros límites impuestos previamente por nuestro historial de ejecución, modos, etc. 

 



¿Qué hacer con las ideas grabadas/plasmadas?


Una de las cuestiones importantes a tener en cuenta a la hora de acumular ideas musicales es poder organizarlas: El criterio puede variar entre cada persona, y lo importante es que cada quien lo realice al modo que le parezca razonable. Si no se clasifican las ideas, de forma de que los archivos o retazos musicales puedan asociarse entre sí, formando algún tipo de lógica, corremos el riesgo de luego no poder utilizarlas al no encontrar sentido en las mismas. Por ejemplo, si llamamos a un archivo Sarasa1.mp3, no llamemos Sarasa2.mp3 al siguiente, a menos que estén muy relacionados entre sí. 


En nuestro caso particular, el cúmulo de ideas, que llamamos pool de riffs, lo comenzamos a ordenar en carpetas según nombres de álbumes ficticios. Esto nos permite organizarlo de modo que entendamos un concepto común detrás de varios tracks de audio. Esto variará dependiendo de cada persona, pero es importante no dejar lugar a la desorganización. Cada una de las carpetas que creamos contiene otras dentro con nombres de tracks, dentro del cual, tenemos organizados distintos clips de audio que serán para dichos tracks. Mientras estén esas carpetas, no es tan necesaria una nomenclatura muy precisa.


Generar ideas


Sentarse específicamente a generar ideas, en lugar de esperar a que aparezcan en nuestras mentes solas, es más eficaz si tenemos tiempos más largos para dedicarle. Es una actividad que es totalmente distinta tanto a ensayar como a estudiar música (si bien estas estén relacionadas y tengan influencia en nuestro objetivo principal). 


Es posible que grabar improvisaciones largas, esperando que luego haya en ello alguna idea útil, sea una mala idea. La paciencia que nuestras mentes pueden tener luego para buscar en este océano de notas una idea rescatable, es en general poca. De todos modos, esta práctica se puede ejercitar, pero es eficaz únicamente si tenemos tiempos más largos para dedicarle a la escucha y edición: imaginemos lo engorrosa que resulta una grabación improvisada de 20 minutos, la cual luego tenemos que escuchar, analizar, recortar, etc., para obtener ideas.



Recursos rápidos


  • Utilizar el tarareo es un recurso útil, aunque un poco rudimentario. Solo es comprensible por quien lo grabó  ya que conoce el contexto, y no sirve para la comunicación de ideas. También éste puede perderse con el tiempo. Si escuchamos un tarareo grabado hace mucho tiempo, corremos el riesgo de no entender qué quisimos grabar o para qué. Una melodía sin contexto, es poco útil. Para evitar la pérdida de contexto, es deseable el desarrollo de lo que hayamos grabado. Se sugiere llevarlo al o los instrumentos específicos y grabarlo aunque sea de modo rústico o grabar varias pistas en un software multipista/DAW simple (Audacity, o alguno del teléfono móvil) y grabar varias capas, como percusión beatbox, y varias líneas musicales.

  • No es necesario en estos momentos de creación adaptarse a un metrónomo/click/claqueta. Probablemente vaya en contra de la creatividad y es mejor dejarlo para una etapa posterior.

  • Evitar la frustración: a veces, el insistir en una misma idea, puede llevarnos a frustrarnos, pero a la vez, puede ayudar a generar muchas otras ideas, que luego de un tiempo de descanso nos parezcan mejores. Volver a escuchar una idea anterior, sea de la calidad que sea, puede generar nuevas cosas. Un modo de superar la frustración, también es grabarse sin pensar, o grabar lo primero que se nos viene a la mente. 

  • Jamear: es interesante lo que se puede generar pensando fuera de la caja. Si por ejemplo no tenemos idea de cómo tocar un género específico, el intentar tocarlo, fingiendo saberlo, genera ideas interesantes, alejadas de lo que conocemos y hacemos habitualmente.

  • Tocar lo impredecible: ir a una opción lejana, por ejemplo, opción D en lugar de la B y C después de la A, nos puede generar recursos que no esperábamos. Luego, sobre esto lejano, grabar en un multipista otras ideas, nos generará ideas aún más alejadas de lo tradicional en nuestra práctica.

  • Aprender a usar otras afinaciones en instrumentos que lo permiten, nos ayuda a pensar ideas distintas, que luego se pueden trasladar a las afinaciones convencionales. Una afinación abierta, en, por ejemplo, una guitarra, hace que con pocos movimientos toquemos progresiones de acordes “agradables”. Puede ser limitante, ya que después trasladarlo a otras afinaciones o instrumentos se podría tornar complicado y además es algo que no dominamos de antemano.

  • Cambiar los modos de ejecución: si utilizamos instrumentos de cuerda, y tocamos con púa, intentar no hacerlo y tocar con los dedos es un buen disparador (y vice versa)

  • Si bien se trata de un recurso extramusical, el tener a mano un anotador para escribir palabras que sirvan como nombre de ideas musicales, o de canciones/temas/álbumes, o incluso nombres de proyectos, puede servir como disparador de ideas, al comenzar desde lo más alejado de la idea concreta y llevarnos a pensar cómo recorrer ese camino hacia lo lejano (por ejemplo, un álbum completo, un proyecto/banda, obra) y encontrar ideas en él.


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